"... Not a damn' thing, if a man can't fight", Por: Iván Paredes Tamayo
Un rabino y un sacerdote van a una pelea de boxeo. Cuando salen los contendientes al cuadrilátero, el rabino observa que uno de ellos se persigna, haciendo la señal de la cruz. Sorprendido, le pregunta al sacerdote… Porque, que significa eso?
Y el sacerdote le responde – “Nada, si un hombre no sabe pelear”.
- Tomado de: The Flight of the Phoenix
Lo que me llamó la atención en la historia que puse al principio, y que se relaciona con lo que quiero decir, es la frase final. En la lengua original, las palabras del sacerdote son mucho más elocuentes, el dice – “Not a damn’ thing, if a man can’t fight” -. Al principio, mi reacción fue reírme. Pero poco a poco, cuando volví a escuchar el relato en mi cabeza, y relacionarlo con las imágenes de la película que estaba mirando, me di cuenta de su significado real.
Aún las personas menos religiosas, hasta aquellas que se dicen a si mismas ateas, por lo menos una vez en su vida han mirado al cielo en señal de preocupación, o han pensado “Dios mío, ayúdame” o “Porque me pasa tal cosa, Dios”. Es una reacción casi instintiva, la de pedir protección a un ente superior.
Pero la fe por si sola no nos lleva a ningún lado y si en verdad, como hemos aprendido desde la niñez, existe un Dios, el simple hecho de encomendarse a Él no es garantía de nuestra protección.
Si el boxeador no demuestra sus habilidades sobre el cuadrilátero, lo más probable es que sufra graves contusiones, si no sube sus manos para defenderse, no hay poder superior o magia que haga los embates de su contrincante menos dolorosos.
En cada aspecto de nuestra vida puede aplicarse la misma conclusión, el Señor, o la entidad que gobierna nuestras acciones, no juega un papel determinante en las cosas que nos suceden. Siempre se habla de que las cosas son “Su voluntad” pero es en realidad la voluntad de Dios que haya sufrimiento, fracaso o desesperación en las vidas de quienes ha creado.
Cada persona ha recibido una “configuración de fábrica”, un juego de habilidades, destrezas, fortalezas y debilidades, que lo hace único, define su personalidad y le permite desenvolverse a lo largo de su vida con éxito. Son éstas herramientas las que van dando forma a su entorno, y gobiernan sus actividades. Es ahí donde se podría observar una voluntad superior. Todo lo que sucede desde el momento de nuestro nacimiento, en adelante, es producto de nuestras decisiones, y de las de nuestros padres.
Y cada experiencia, buena o mala es efecto de estas decisiones, y a la vez causa para nuevas opciones que deben ser tomadas. La manera de enfrentarse a ellas, y la capacidad de soportarlas, no tiene que ver con Dios, o con poderes superiores, sino simplemente con la entereza y la fuerza interior. No es una voluntad externa la que gobierna la vida como tal, sino más bien una voluntad interna, propia de cada ser humano, que lo mueve a la derecha o a la izquierda en la encrucijada, bajo su propio riesgo.
Si un hombre no puede pelear, está condenado. No me refiero a un enfrentamiento a punta de puños, sino a pelear por un ideal, por defender una opinión propia o seguir un sueño. Si existe, no es Dios quien decide lo que será de la vida de cada persona, sino cada uno, cada día. Celestialmente, solo recibimos herramientas y habilidades, y es ya aquí abajo donde cada uno construye su futuro con sus propias manos.
Siempre escuché una frase que se me ha grabado, “Dios no premia la inteligencia, pero si castiga la estupidez”. Y es cierto, la inteligencia es un don que hemos recibido, y hay que darle buen uso. Ya de por si, es un premio a la existencia. En cambio hacer estupideces, es decisión propia y sus consecuencias futuras, son efecto de no utilizar adecuadamente la inteligencia que nos regalaron.
Personalmente me gusta considerar los eventos de la vida cotidiana, así como aquellos que nos marcan profundamente, como lecciones para el futuro. No existen momentos buenos o malos, sino simplemente aprendizaje que nos prepara para situaciones similares, o peores. Si cabe el punto de vista pesimista.
Está en cada uno de nosotros levantarse cada mañana y hacer con las horas del día, lo que mejor nos parezca. Apoyo sinceramente la idea de creer en Dios, ya que, aún si no existe, si creer en algo superior que nos obliga a sacar lo mejor de nosotros y ser mejores, entonces bienvenido sea.
Y el sacerdote le responde – “Nada, si un hombre no sabe pelear”.
- Tomado de: The Flight of the Phoenix
Lo que me llamó la atención en la historia que puse al principio, y que se relaciona con lo que quiero decir, es la frase final. En la lengua original, las palabras del sacerdote son mucho más elocuentes, el dice – “Not a damn’ thing, if a man can’t fight” -. Al principio, mi reacción fue reírme. Pero poco a poco, cuando volví a escuchar el relato en mi cabeza, y relacionarlo con las imágenes de la película que estaba mirando, me di cuenta de su significado real.
Aún las personas menos religiosas, hasta aquellas que se dicen a si mismas ateas, por lo menos una vez en su vida han mirado al cielo en señal de preocupación, o han pensado “Dios mío, ayúdame” o “Porque me pasa tal cosa, Dios”. Es una reacción casi instintiva, la de pedir protección a un ente superior.
Pero la fe por si sola no nos lleva a ningún lado y si en verdad, como hemos aprendido desde la niñez, existe un Dios, el simple hecho de encomendarse a Él no es garantía de nuestra protección.
Si el boxeador no demuestra sus habilidades sobre el cuadrilátero, lo más probable es que sufra graves contusiones, si no sube sus manos para defenderse, no hay poder superior o magia que haga los embates de su contrincante menos dolorosos.
En cada aspecto de nuestra vida puede aplicarse la misma conclusión, el Señor, o la entidad que gobierna nuestras acciones, no juega un papel determinante en las cosas que nos suceden. Siempre se habla de que las cosas son “Su voluntad” pero es en realidad la voluntad de Dios que haya sufrimiento, fracaso o desesperación en las vidas de quienes ha creado.
Cada persona ha recibido una “configuración de fábrica”, un juego de habilidades, destrezas, fortalezas y debilidades, que lo hace único, define su personalidad y le permite desenvolverse a lo largo de su vida con éxito. Son éstas herramientas las que van dando forma a su entorno, y gobiernan sus actividades. Es ahí donde se podría observar una voluntad superior. Todo lo que sucede desde el momento de nuestro nacimiento, en adelante, es producto de nuestras decisiones, y de las de nuestros padres.
Y cada experiencia, buena o mala es efecto de estas decisiones, y a la vez causa para nuevas opciones que deben ser tomadas. La manera de enfrentarse a ellas, y la capacidad de soportarlas, no tiene que ver con Dios, o con poderes superiores, sino simplemente con la entereza y la fuerza interior. No es una voluntad externa la que gobierna la vida como tal, sino más bien una voluntad interna, propia de cada ser humano, que lo mueve a la derecha o a la izquierda en la encrucijada, bajo su propio riesgo.
Si un hombre no puede pelear, está condenado. No me refiero a un enfrentamiento a punta de puños, sino a pelear por un ideal, por defender una opinión propia o seguir un sueño. Si existe, no es Dios quien decide lo que será de la vida de cada persona, sino cada uno, cada día. Celestialmente, solo recibimos herramientas y habilidades, y es ya aquí abajo donde cada uno construye su futuro con sus propias manos.
Siempre escuché una frase que se me ha grabado, “Dios no premia la inteligencia, pero si castiga la estupidez”. Y es cierto, la inteligencia es un don que hemos recibido, y hay que darle buen uso. Ya de por si, es un premio a la existencia. En cambio hacer estupideces, es decisión propia y sus consecuencias futuras, son efecto de no utilizar adecuadamente la inteligencia que nos regalaron.
Personalmente me gusta considerar los eventos de la vida cotidiana, así como aquellos que nos marcan profundamente, como lecciones para el futuro. No existen momentos buenos o malos, sino simplemente aprendizaje que nos prepara para situaciones similares, o peores. Si cabe el punto de vista pesimista.
Está en cada uno de nosotros levantarse cada mañana y hacer con las horas del día, lo que mejor nos parezca. Apoyo sinceramente la idea de creer en Dios, ya que, aún si no existe, si creer en algo superior que nos obliga a sacar lo mejor de nosotros y ser mejores, entonces bienvenido sea.
Pero el destino no hay que dejar que esta creencia se convierta en fanatismo, o tomar las cosas a la ligera, pensando que Dios va a evitar que las desgracias sucedan. Dios no salva, te da instintos de supervivencia. Dios no cura, pero le dio la capacidad al ser humano de desarrollar medicinas. Dios no enseña, pero puso en nuestro cerebro la capacidad de aprender.
Nadie va a ganar tus peleas por ti, así que es momento de levantarse y vivir!.
Nadie va a ganar tus peleas por ti, así que es momento de levantarse y vivir!.
1 Comments:
Excelente reflexion... Accion - Reaccion, los sucesos de la vida son consecuencia de nuestras acciones.Pero.. nunk te ha pasado q te ocurren cosas q por insignificantes q parezcan saltan a tu atencion y te mueven o impulsan a hacer o reflexionar sobre algo? A esas pequeñas cosas q suceden les llamo "causalidades" a diferencia de "casualidades" que no es lo mismo. Y ahi mi querido amigo... creo q si inerviene a veces el de arriba. Saludos
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